¿Hielo en el vino?

La moda "on the rocks" ha dejado de ser un tabú

¿Hielo en el vino?

Fecha de publicación: 18/04/2022

Aunque a primera vista pueda parecer una herejía, hay que reconocer que servir vino con unos cubitos de hielo ha dejado de ser un tabú. Esta tendencia, originada en Francia y consolidada desde hace varios años, ha llevado a varios productores, entre ellos los de Provenza, de Gris de Gris de Camargue e incluso los de Champagne, a crear vinos pensados desde su origen para ser disfrutados on the rocks.    
Algunos blogueros del vino y sumilleres de gran prestigio también han decretado la eliminación de esta costumbre, con vistas a que el vino sea consumido de una forma más libre y personal. 
 

¿Hielo sí o hielo no? 

En teoría, el hielo y el vino no son una buena combinación. Esto se debe principalmente a tres motivos: si bien es cierto que baja la temperatura del vino, también altera drásticamente la percepción de su sabor, aumentando algunas sensaciones "duras" como la acidez y la salinidad. También modifica ciertos aspectos como el CO2 en los vinos espumosos y, una vez disuelto, diluye el vino sin remedio. Es precisamente al diluirse cuando se pierden las características aromáticas y la intensidad del vino.   

Sin embargo, en los últimos años, las nuevas tendencias y un enfoque menos tradicional con respecto al vino han aflojado las estrictas reglas escritas en los libros de texto, permitiendo disfrutar de algunos vinos, especialmente los blancos, rosados y espumosos, con unos cubitos de hielo. Cuando suben las temperaturas, cada vez son más los amantes del vino que optan por diluirlo con un poco de hielo para aumentar su frescura y hacerlo más bebible. Por no hablar de la adición de trozos de fruta u otros ingredientes para crear un auténtico cóctel de verano.    
Entonces, ¿cómo podemos bajar la temperatura de un vino?        
 

Servir a la temperatura adecuada: una cuestión de horas

Es bien sabido que la temperatura de servicio es fundamental para apreciar plenamente las características y propiedades de un vino. Para disfrutarlo a una temperatura más baja, el frigorífico es tu mejor aliado. En el caso de un vino tinto, por ejemplo, solo necesitas enfriarlo durante una hora aproximadamente antes de servirlo, mientras que los vinos blancos necesitan varias horas. 
¿Y si tienes prisa porque has organizado una cena de última hora?  Que no cunda el pánico, siempre puedes recurrir al congelador (30 o 40 minutos pueden ser suficientes) o a la clásica cubitera, a la que puedes añadir una pizca de sal para bajar el punto de fusión de los cubitos. Otra alternativa podría ser un glacette, un recipiente térmico que aísla la botella, ralentizando su calentamiento.          

 

La "coctelización" del vino no es una moda pasajera        

Seguro que tú también los has probado alguna vez, quizás en una tarde de verano o durante un aperitivo en una terraza hace unos años. Estamos hablando de los cócteles a base de vino, como la sangría o un ready-to-drink come nuestros Bellini y Mimosa. El uso del vino en el mundo de los cócteles no puede considerarse una moda pasajera, ya que hay muchos ejemplos de bebidas de éxito en las que el vino (sobre todo blanco o espumoso) es el ingrediente principal. Los vinos aromáticos son especialmente populares: un Moscato con hielo y menta, por ejemplo, es ideal para el verano, al igual que el omnipresente Prosecco (o Prosecco Rosé) en las diversas variantes de Spritz. Un Riesling con limonada y trozos de fruta fresca como fresa, manzana o naranja, es también una auténtica delicia para disfrutar de un aperitivo fuera de lo normal.  


 
Sea cual sea la teoría, lo importante es elegir beber lo que más nos guste y de la forma que más nos guste. El consumo de vino debe ser un mimo y un placer para el paladar. Si te gusta y la situación lo permite, ¿por qué no añadir unos cubitos de hielo a tu copa de vino?

 

 

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